El extesorero del Partido Popular pagaba sobresueldos en dinero negro a cargos del partido, según fuentes de su entorno
La cúpula del PP entró en estado de choque al conocer que
Luis Bárcenas tenía 22 millones en Suiza. ¿Qué hacer? El equipo de confianza de Mariano Rajoy, principal afectado por el escándalo, porque él fue quien aupó a Bárcenas de gerente a tesorero y quien decidió defenderlo un año entero —nunca llegó a echarle, él dimitió—, tomó una decisión rápida. Pedir perdón no está en su estilo, querellarse contra él era arriesgado —Bárcenas conoce todos los secretos de las finanzas del PP de los últimos 20 años—. Así que optó por una estrategia muy marianista: “Bárcenas no es del PP”, fue la consigna desde el miércoles. “No tiene nada que ver con el PP, este es un asunto privado”, repetían sus portavoces, incluida Dolores de Cospedal, la cara visible del partido ante la ausencia, una vez más, del presidente. Cospedal y los suyos trataron de convencer a sus indignados votantes de que el PP había roto por completo en 2010 con su extesorero. Pero la realidad es bien distinta.
La acumulación de esos 22 millones de euros en Suiza se produjo mientras Bárcenas era gerente y tesorero del PP y Rajoy presidente. Pero no solo eso. Después de que formalmente el PP rompiera con él, aceptara su petición de suspensión de militancia y su entrega del acta de senador, en abril de 2010, Bárcenas ha seguido entrando y saliendo con absoluta normalidad y mucha frecuencia, según varios dirigentes, de la sede nacional del PP, la que fue su casa, en la calle Génova de Madrid. El extesorero, lejos de haber sido declarado persona non grata en esa sede, la visitaba —al menos hasta el miércoles— con la frecuencia que él quería, que era mucha. Se encontraba por los pasillos con dirigentes, les pedía cosas, trataba de buscar ayuda para sus asuntos judiciales y sus actividades económicas, que siguen siendo muy importantes. Muchos comentaban en privado la presencia de Bárcenas, que les seguía sorprendiendo. Pero nadie se animó a decirle que no fuera más, ni siquiera el único con autoridad para hacerlo: Rajoy.
Bárcenas, una persona clave en la estructura del PP incluso cuando todavía era AP, y cercana tanto a Rajoy como a Javier Arenas y a otros muchos dirigentes históricos, en especial Francisco Álvarez-Cascos, entraba hasta este miércoles con tanta naturalidad en la sede de Génova que tiene allí incluso una sala dedicada en exclusiva a sus cajas de documentación, la sala Andalucía. Cospedal y Bárcenas protagonizaron en 2010 un rocambolesco episodio a cuenta de esa sala. El extesorero tapó el cristal con cinta oscura para que nadie viera qué había dentro, y ella ordenó despegar la cinta. Ahora las cajas están a la vista de todos en la sede.
Cospedal, que fue la que más directamente se enfrentó con él en la etapa cumbre del caso Gürtel, permitió sin embargo que, por orden de Rajoy, a Bárcenas
se le pagara el abogado que le defendía. Cuando EL PAÍS publicó este trato de favor, Cospedal logró su objetivo y el PP dejó de pagar al letrado, aunque este reclamó 200.000 euros por los gastos hasta ese momento. En teoría, el PP también le quitó el coche oficial. Sin embargo, la mujer del extesorero acudió a la Audiencia Nacional a declarar en ese coche, que siempre usó su marido, con el chófer del PP. Algunos dirigentes señalan que Bárcenas sigue usando un coche del partido cuando lo requiere. En el PP lo niegan tajantemente, aunque ya en el pasado el extesorero ha dado muestras de tener más control de los engranajes del partido que sus propios dirigentes. No en vano conserva a familiares y amigos en la sede.
Lo que no se animan a negar las fuentes oficiales es que la secretaria de siempre del extesorero sigue llamando en su nombre desde la sede Génova, donde ella continúa trabajando para el partido. Esto es, para la gente de fuera con la que Bárcenas se comunica, él sigue llamando desde la calle Génova y con su secretaria de siempre, como si aún trabajara en el PP. Este tipo de trato de favor, que indigna a muchos dirigentes, demuestra que la imagen que la dirección ha querido dar de ruptura total con el extesorero desde hace mucho tiempo no se corresponde con la realidad hasta el miércoles. Nadie sabe si por miedo o por desidia, Bárcenas ha seguido haciendo casi lo que quería en la sede de Génova.
Sin embargo, la indignación producida tanto en la calle Génova como sobre todo fuera de ella hace pensar que este tipo de trato de favor no se repetirá. Bárcenas no ha pisado la sede esta semana, aunque sus cajas de documentos siguen allí. Él siempre se ha jactado de haberse llevado a su casa hasta nueve cajas de material sensible. Esa es su gran arma, insistía en privado, por eso nadie le toca. La cosa llegó tan alto que Rajoy tuvo que desmentir una extorsión de su extesorero: “A mí Bárcenas no me ha chantajeado”, dijo en julio de 2009.
Ahora Rajoy asiste estupefacto, según algunos de los suyos, al espectáculo de que el hombre que ha controlado durante 20 años el dinero del PP —público en un 90%, ya que deriva de subvenciones—, al que él designó como tesorero, acumuló en Suiza, con Rajoy de presidente del PP, 22 millones de euros opacos. Y por si fuera poco, su abogado dice que regularizó 10 de ellos ya con Rajoy en el Gobierno durante 2012. En el entorno del presidente aseguran por activa y por pasiva que ese dinero es de Bárcenas y no tiene nada que ver con la financiación del PP. Pero el incendio es de tal calibre que esa estupefacción de Rajoy, que sigue en silencio, se transforma en indignación de muchos de los suyos.
Buena parte del entorno del PP espera algo más que esa sensación de “sorpresa” de Rajoy que trasladan las fuentes oficiales. El presidente tiene previsto romper hoy en Almería su silencio.
En el PP algunos hablan del día de la marmota. De repente, parece como si todos los escándalos de 2009, que Rajoy dejó pudrir confiando en que el tiempo los resolviera, hubieran reaparecido en la misma semana. El escándalo de los espías —Rajoy ordenó a Cospedal en 2009 una investigación interna que después ambos dejaron en nada— ha vuelto al primer plano con la confesión de uno de los espías, que apunta directamente a Ignacio González, nada menos que presidente de Madrid, como ordenante del espionaje entre otros del actual ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, y la actual delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes. Y Rajoy no dice ni una palabra, ni toma ninguna decisión. Los suyos insisten en que llegado el momento impedirá que González sea candidato, pero nadie lo tiene claro.